Los pechos que siempre quisiste tener, pero por 24 hs.
En algún punto lo tomo como el paroxismo de la era en que vivimos: lo efímero. Como una relación carnal que empieza y termina en una noche, sin jamás conocerse los nombres. Como una publicación en tu muro o un tweet, que se cubrirá por otro, y luego otro, y así sucesivamente hasta desaparecer en el abismo binario de internet. O un mensajito en tu móvil. O alguien a quien agregas a tu facebook pero nunca más lo volverás a ver en persona.
En ese modo fugaz hoy una mujer puede (si posee la suma de USD400) conseguir esos pechos más grandes, impresionar a un hombre y sacarse selfies para su muro… Porque a la mañana siguiente, como el encantamiento de la Cenicienta, el hechizo terminó.
Técnicamente es una intervención que se vende como inocua, indolora y rápida:
- Inyección de anestesia local
- Inyección de solución fisiológica (estamos hablando de líquido para limpiar lentes de contacto, ¿no?)
- Ahora tienes 90-100 de medida de busto.
Y todo este trámite no dura más de 30 minutos.
Luego, 24 horas de disfrute pechil hasta que tu cuerpo absorba la solución fisiológica y esas medidas que ganaste de busto se revierten a tu tamaño original.
Aunque por mi filosofía de vida no comparto cirugías estéticas ni modificaciones anatómicas de ningún tipo, comentaré las aplicaciones de esta intervención.
Aplicaciones de los senos más grandes en 24 horas
- Darle una sorpresa a la pareja
- Que luza “mejor” ese vestido que te compraste para la fiesta
- Causar una “mejor” impresión en una primera cita (habría que ver qué sucede cuando la magia termina).
- Comprobar cómo te verías con ese busto antes de una cirugía de implante de siliconas definitiva.
Esta intervención es vendida como sin contraindicaciones de ningún tipo y comenzó siendo furor en Nueva York para luego ser exportada al resto del mundo con todo éxito. No obstante, hay médicos que sugieren que su abuso podría conllevar cáncer, y que un pecho que se inflama de un momento a otro estirando la piel no puede ser inocente para el organismo. Pero, en rigor de verdad, no hay estudios reales que prueben aún ningún tipo de trastorno.
Cerrando la nota, me pongo en el lugar del hombre que se despierta junto a ella por la mañana, mira a la mujer con quien ha pasado la noche, y pregunta aterrorizado: “¿pero quién es usted?!”
Los dejo con esa reflexión.
Aún ni estoy casado ni tengo hijos; ergo, todo lo aprendido y lo que descubro hoy, es para ustedes. Ecce mi forma de sentirme útil. Súmesele un sentido del humor especial (riamos porque estamos de paso, riamos porque no somos tan importantes). Gracias por leer.
