Ver primera parte » Análisis de «La Guerra y la Paz» de Leon Tolstoi
La novela se desarrolla en dos partes: la descripción de la guerra y la de los tiempos de paz. La historia transita a través de la vida de cuatro familias de alta sociedad: Bezhukov, Volkonsky, Rostov y Kuraguin.
La Guerra y la Paz no es fácil de resumir dado que en ella Tolstoi ha incluido más de quinientos cincuenta personajes, que sirven de elementos para la defensa de la heroicidad de los combatientes y la crítica hacia la absurdez de la guerra. Temporalmente narra hechos ficticios y verdaderos ocurridos entre los años de 1805 y 1815.
La historia comienza con una introducción descriptiva de los personajes; corre el mes de julio de 1805 (en mayo había asumido Napoleón como Emperador de Francia y en diciembre se llevaría a cabo la batalla de Austerlitz); se realiza, en casa de María Fedorovna (madre del Zar), una reunión de la clase alta rusa para presentar a los hijos que iban a tomar intervención en la guerra en ciernes (como dijimos antes, los puestos jerárquicos dentro del ejército eran ocupados por aristócratas no profesionales); allí ingresa Pedro, el hijo del Conde Bezukhov (gravemente enfermo), el príncipe Andrei Volkonsky (amigo de Bezukhov).
La fiesta transcurre entre chimentos y comentarios sobre la guerra hasta que el autor deja entrever que Bolkonski no es feliz con su esposa Lisa. Posteriormente, otra reunión se sucede, esta vez, en la casa de la familia Rostov, donde asisten todos los personajes que se debaten ante el estado lamentable de salud del Conde Bezukhov y los jóvenes (Natasha Rostov, Ana y Sonia –novia de Nicolai Rostov) ante el dolor de la inminente partida de los varones (entre ellos Nicolai) a la guerra.
También parte al campo de batalla el príncipe Andrei Volkonsky, para tomar las armas contra el imperio galo. Así cierra la primera parte del libro que en veinte capítulos esboza la vida de las familias aristocráticas en la Rusia zarista de principios del siglo XIX, donde se muestra un desapego importante hasta por sus propios hijos, mientras puedan mantener los lugares que ocupan en su sociedad viciada por la ambición y la hipocresía. La segunda parte, de extensa obra, consta de once capítulos; aquí Tolstoi se mete en el campo de batalla y aparece en escena Kutuzov (personaje real, mayor general del ejército ruso, nombrado Knyaz –príncipe- cuyo nombre completo era Mijaíl Illarinovich Goleníshchev Kutúzov, héroe que salvó a Rusia de la invasión napoleónica) y la famosa batalla de Dürrestein (Napoleón decide invadir Viena en noviembre de 1805 aunque resulta vencido por Kutuzov en la mencionada batalla).
El príncipe Andrei Volkonsky y Nicolai Rostov se encuentran como oficiales de Kutuzov, quien decide dirigirse a Viena para su protección contra el ejército francés. Pero las primeras escaramuzas son favorables a Napoleón, por lo que los rusos deben emprender la retirada; en las márgenes del Danubio logran aventajar a las fuerzas napoleónicas gracias a infiltrados espías que delatan los planes del Emperador. Se entabla un armisticio de tres días entre los contrincantes aunque Napoleón da la orden, sin que los rusos lo sepan, de atacarlos; el príncipe Andrei es quien descubre la maniobra y alerta a su general sobre el ataque, que ya había dado comienzo. Las tropas rusas cuentan sus bajas por millares. Durante la huida Nicolai es herido aunque logra ponerse a salvo junto con sus hombres.
Diez capítulos más integran la tercera parte que se vuelve a ubicar en San Petersburgo, lejos del campo de batalla. La frustración, la inminencia del fracaso del sistema militar ruso, se plasman en ellos, siempre cubiertos por el velo cruel de la hipocresía de una clase que, ubicándose tal alto en la escala social, inevitablemente pierde la visión.

Nací en Buenos Aires. Fue el 10 de noviembre del año 36 del siglo XX. Ese día murió José Hernández, curiosa circunstancia: la tradición ha acompañado mi vida.
Mi padre fue Noé Humberto Quiroga, un ingeniero que pavimentó, a diestra y siniestra, muchos caminos de la querida patria. Mi madre fue Angélica, un ángel simple, que enfermó cuando me ausenté de su lado para estudiar derecho en la ciudad capitalina. Lavié fue su apellido: no dejes de usar el apellido de tu madre pues a ella le debes la vida.
Es por eso que me conocen como Humberto Quiroga Lavié.
2 respuestas
Demasiado me encanta esta página.
Se agradece mucho el elogio, estimada Briza. Estamos para eso. 🙂
Gratos saludos.