Biografía de Sergio Sergi: historia de un ícono

biografía de Sergio Sergi

Si alguien nos pidiera que describamos a un ícono publicitario de la marca Geniol, inmediatamente hablaríamos de la cabeza plagada de tornillos y de clavos que identificó a la empresa. Si nos preguntaran quien creó el emblema, seguramente deberíamos leer esta biografía para saberlo.

El 26 de octubre de 1896 nace en Trieste el gran Sergio Sergi. Perteneciente al Imperio Austro Húngaro hasta la Primera Guerra Mundial, Trieste es una bella ciudad del norte italiano lindante con Slovenia a orillas del Adriático. De estar bajo administración italiana pasa luego de la Segunda Gran Guerra a dividirse en Norte y Sur y ser conducida cada una por diferentes potencias europeas hasta quedar en manos de Italia y Yugoslavia, respectivamente; veinte años después se conforma un comité mixto de administración. Lo cierto es que la ciudad, a pesar de haber sido enclave imperial, mantuvo siempre una estrechísima relación con el pueblo y la cultura italiana; allí conviven un gran número de italianos y eslovenos. De hecho, el verdadero nombre de Sergio Sergi era Sergio Hocévar (apellido de origen esloveno) y su patria de nacimiento es Austria. Hijo de Mercedes Andrich y Santiago Hocevar. Su madre Mercedes fue la gran influencia de Sergio Sergi, una pintora discípula de Garzolini.

Esta atracción y fascinación ejercida por su madre sobre Sergio, la produce luego, a principios de siglo XX, el padre benedictino, pintor y grabador sueco Swittbert Sobisser. Sus enseñanzas y su visión del mundo a través del dibujo se imprimen en un Sergi adolescente que ingresa en el Real e Imperial Instituto Gráfico de Viena, una de las instituciones más completas e interdisciplinarias que se hayan conocido. Aprende la técnica de la litografía bajo la tutela del famoso Von Larisch (generador de la moderna tipografía) y da sus primeros pasos en fotografía. Termina sus estudios en 1915 sin imaginar que ese mundo de ensueño y tranquilidad que le había brindado el arte a sus diecinueve años de vida iba a cambiar radicalmente.

El 28 de junio de 1914 el nacionalista serbio Gavrilo Princip asesina a Francisco Fernando de Habsburgo, archiduque heredero al trono del imperio Austro-Húngaro; este hecho determinó la apertura de la caja de Pandora que era Europa en las postrimerías del siglo XIX. La carrera armamentística, el nacionalismo exacerbado y el imperialismo conformaron el escenario para que el mundo se embarque en la Primera Gran Guerra Mundial. Austria-Hungría le declara la guerra a Serbia, puntapié inicial de la conflagración. Sergio Sergi, con apenas veinte años es enviado al frente con el regimiento de Húsares de la Emperatriz austriaca como artillero de montaña, defendiendo las márgenes del Isonzo de los ataques italianos que pretendían conquistar Trieste.

Casi dos años vivió el horror bélico que afectó profundamente su visión sobre la vida y el ser humano; muchas circunstancias de su historia dan fe de la profunda herida que produjo la guerra. El mismo Sergio Sergi confesó no haber matado a nadie y que nadie quiso matarlo, “simplemente” dedicado a atender a los enfermos. Ya nada fue lo mismo, el tema era como encararlo; los soldados sobrevivientes afectados por las atrocidades (que eran la gran mayoría) tenían como destino el electroshock, en el mejor de los casos, (y muy pocos) el diván de Freud o el suicidio. El hambre asechó. Sergio Sergi logró un escape, quizás a través de su perspectiva artística. Recibe heridas por esquirlas que lo envían a su hogar en 1918, donde permanece en recuperación un tiempo bastante prolongado. En 1919 retoma su tarea artística y sintomáticamente el primer trabajo de Sergio Sergi, un grabado en madera y dos placas de metal, se titula “La Guerra”: la muerte desgarbada pero con paso firme, masculina figura con casco militar que deambula por un campo desierto presidido por un sol abrasivo y donde una flor se alza en medio de la desolación.

Cada trabajo demandaba de Sergio Sergi mucho tiempo y dedicación aunque los frutos se notan en cada uno de ellos. Justamente, de su producción de posguerra envía dos obras a la Bienal de Venecia de aquel 1919.

 

 Es un virtuoso, no solo del grabado, sino de un gran número de técnicas artísticas; por ello, en el año 1920 es nombrado como restaurador de la Superintendencia de Obras de Antigüedad y de Arte de Italia, cargo que ejercerá hasta 1925.

 

Entretanto, y mientras realiza obras imponentes con gran entusiasmo, participa en 1922 en la Exposición Internacional de Río de Janeiro, mientras que más de veinte de sus obras integran un excepcional libro: “Pintores y escultores de Trieste”. En 1924 integra la Exposición de Artes Decorativas de Monza, Italia, a la que volverá dos años después.

1926 es un año que halla a Sergio Sergi en la plenitud de su producción y en la cima de su éxito; participa en la Exposición Internacional de Paris y en la de Florencia, Italia. Sin embargo, la economía y la política italiana se encuentran en un estado calamitoso; un gran éxodo se está produciendo y sus coterráneos parten en número hacia América (entiéndase en su correcta y única acepción: continente americano). Sergio, con las vicisitudes de su alma a cuestas, aborda en 1927 el barco que pone proa hacia la República Argentina.

A su llegada al país sudamericano, sorprendido por la calidez humana que lo esperaba, Sergio Sergi comienza a trabajar como fotógrafo; presta servicios como dibujante a su amigo Lousan, maestro de dibujo y dueño de la primera agencia de publicidad argentina llamada “Pum en el ojo”. Allí participa en la creación de la famosa cabeza abarrotada de clavos y tornillos de Geniol. Buenos Aires no es su hábitat, donde pasa ciertas penurias al principio de su estancia; tampoco el ambiente laboral y el dinero logra mitigar sus efectos, sobre todo con la incipiente crisis del 29; Sergio Sergi parte en busca de nuevos horizontes recalando en la provincia de Santa Fe donde se desempeña como peón de campo y luego como cocinero en un establecimiento rural. El deambular, a veces sin rumbo, de este genio del arte, no lo priva de generar grandes y variopintas amistades, la mayoría unidas por el hilo conductor de la bohemia. Recorre el interior y su vida continúa cambiando; trabaja como domador de caballos (Sergio Sergi era un gran jinete, habilidad adquirida en la Gran Guerra) y como reparador de vías férreas.

En 1930 se instala en la capital homónima de la provincia de Santa Fe, en un modesto taller sobre la calle 9 de julio, y allí retoma con ímpetu su trabajo artístico. Ese año se nacionaliza e ingresa a la Escuela Complementaria para Adultos N° 3 de Santa Fe. Se hace de grandes amigos como Agustín Zapata Gollán, Caillet Blois, Carlos Sarsotti, entre otros. Justamente con Zapata Gollán  expone en el año 1931 en la Exposición Internacional de Litógrafos y Xilógrafos del Art Institute of Chicago, que repetirán en 1932. Ese mismo año Sergio Sergi ocupa el cargo de profesor de dibujo en el Liceo Municipal de la capital provincial y en la Escuela Industrial de la Nación.

En 1933 asume el mismo rol en la mentada Universidad del Litoral. Los aciagos momentos de su juventud sucumben en estos tiempos pacíficos a la salvadora memoria selectiva. Sergio Sergi vive y trabaja con felicidad, emociones y sentimientos que se traducen en cada una de sus obras. Se lo designa restaurador en el Museo Provincial Rosa Galisteo de Rodríguez en el año 1935.

Todos sus compromisos los realiza con entusiasmo y gran responsabilidad; el camino es llano y la vida le hace muecas positivas. En 1937 deja su cargo de restaurador e inicia los preparativos para su boda con Gladys Adams, que se llevará a cabo en 1938; de esta unión nacieron Sergio (en realidad en 1935) y Fernando (en 1944), ambos seguidores de los pasos de su padre.

En 1939, junto al gobierno de la provincia, trabaja duro para la creación de la Escuela de Bellas Artes de Santa Fe; en el proyecto se embarcan Lino Spilimbergo (quien acude en ocasión del Salón Provincial de ese año), el ministro de educación y Luis Falcini. En 1940 se inaugura el establecimiento nombrándose a Sergio Sergi como Director del mismo y contando entre sus filas de docentes con Gustavo Cochet, José Planas Casas, Orlando Pierre, entre tantos otros renombrados artistas.

Desde la dirección y desde el aula transmite una manera de vivir el arte que es más una filosofía de vida que una técnica creativa; es ajeno al academicismo puro y plantea una nueva visión sobre el aprendizaje que puede considerarse revolucionario para la época. Por ello Sergio Sergi creó lazos profundos con sus alumnos, de los cuales fueron sus discípulos y amigos, como en el caso de Ricardo Supisiche, Carlos Alonso, Enrique Sobish y Mario Gargatagli. Siempre fue innovador y un visionario, polémico a veces, con la ironía propia de las grandes inteligencias; creó la cátedra de Dibujo Publicitario, pionera en todo el país. Dirá Lorenzo Domínguez a su alumnos: “vayan a estudiar con Sergi, así aprenden a ver”. Entre las amistades que supo cosechar Sergio Sergi no puede dejarse de mencionar a Julio Cortázar, quien lo visitaría cada vez que sus pasos lo llevaran por la provincia (en realidad Cortázar pasa un año y medio -1944/1945- y regresa recién treinta años más tarde, aunque siempre mantuvo comunicación epistolar con su amigo). Largas veladas se llevaban a cabo en casa de Sergio Sergi y de allí surgieron seguramente varios grabados inspirados en los cuentos de Julio. (Gladys Adams, esposa de Sergi fue la encargada de topear “La otra orilla”).

Sergi permanece en la Dirección del Instituto hasta 1943 en que delega el cargo en manos de Planas Casas y se radica en la ciudad de Mendoza, aceptando gustoso el cargo de profesor de Dibujo en la Academia de Bellas Artes provincial. Ese es un año importante pues recibe el máximo galardón en Grabado en el Salón Nacional. En 1947 se hace cargo de la cátedra de Dibujo en la Escuela de Arte de la Universidad de Cuyo y nueve años más tarde se convertirá en su Vicedirector, no sin levantar grandes polémicas por su métodos de enseñanza y por su anti-política y burocracia.

En 1963 Sergio Sergi se recluye en su humilde taller, ya retirado de la actividad académica, dedicándose a sus obras y sus antiguos conocimientos de restauración mobiliaria. Esos son años de rechazo hacia lo público; es reacio a exponer sus obras, que son rescatadas del encierro por sus alumnos y pares. La fama y el reconocimiento tiene su prueba de fuego en el Club de la Estampa en la Buenos Aires Art Gallery que en el año 1968 realiza una exposición en homenaje a él y a Víctor Rebuffo, Zapata Gollán, Adolfo Bellocq y Pompeyo Audivert; el mismo Sergio Sergi no sale del asombro del éxito obtenido (todo se ha vendido y llueven los pedidos de nuevas obras). Las convocatorias se suceden durante los años venideros aunque Sergio Sergi continúa con su actitud reclusa, aunque menguada por el agradecimiento. Se presenta en el año 1972 en una muestra en el Museo de Arte Moderno de Mendoza y en Comodoro Rivadavia.

El 16 de junio de 1973 muere en Mendoza. El I Salón Nacional del Grabado realizado en esa ciudad en el año 1977 llevó su nombre: “Sergio Sergi”.

 

Continuar leyendo » Obra de Sergio Sergi; su Fundación

3 comentarios

  1. Hola, somos grandes admiradores de la obra maravillosa de Sergio Sergi. Tenemos dos obras, grabados originales, desde hace más de 35 años. Actualmente estamos pensando en venderlos pero no sabemos el valor y adónde ofrecerlos. Mucho agradeceremos v/respuesta.

    1. Hola Norma! Tengo una galería de arte y casa de subastas en Buenos Aires y en este momento estamos catalogando una xilografía de Sergio Sergi. Aun tiene usted las dos que comentaba en el 2018? Si están disponibles, nos gustaría que nos contactara.
      Nuestra casa es Hilario. Artes, Letras & Oficios

      1. Hola Roberto,
        Muchas gracias por tu email.
        Las dueñas de los cuadros somos mi hermana y yo, tenemos uno cada una.
        Me gustaría mucho saber si es para la venta y cuales serían los valores
        Esperando respuesta, muchos saludos,
        Norma

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