¿Quién fue el primer ilusionista de la historia?

primer ilusionista de la historia

La historia de la magia con ilusionismo (ver también: Historia de la magia con ilusionismo) corre en paralelo, obviamente, con la historiografía general y se le aplican las mismas reglas. Cuando señalamos el nacimiento de una disciplina, o identificamos a los “baluartes” de la misma, generalmente nos referimos a hechos o personas que por determinados motivos cambiaron el paradigma dominante encierta época.

La magia con ilusionismo, es decir, la puesta en escena, el arte de la simulación, de la estratagema, del simulacro, posee antigua data. Pero el mundo de la magia coincide en que el primer ilusionista de la historia es el francés Jean Eugene Robert Houdin (cuyo apellido será utilizado, en su honor, apenas modificado, por otro ícono genial de la magia: Harry Houdini). Robert Houdin, nacido en Blois en 1805, ciudad francesa situada a orillas del Loira, revolucionó el ilusionismo como técnica y como espectáculo. Creador de trucos extraordinarios, fue la piedra angular de la magia moderna.

Este primer ilusionista de la historia fue relojero, creó su propia fábrica y aplicó estos conocimientos técnicos a la elaboración de sus innovadoras tretas. Fue famoso por sus autómatas mecánicos, que le prodigaron, incluso, varios galardones.

Atrapar una bala con los dientes es un acto común al repertorio de muchos magos actuales, aunque fue Houdin, aún sin ser el primero, quien lo hizo famoso y lo elevó a su máxima expresión: cuenta la historia que Napoleón III decidió enviarlo a Argelia, por entonces con revueltas contra el Imperio Francés, para apaciguar el clima hostil de los marabouts argelinos; con sus trucos (entre ellos el de atrapar una bala con la boca) logró el cometido de convencer (y hacer que le teman) a los incautos locales que la magia francesa era superior a la de los líderes mulás.

Dejó perplejos y deslumbró a más de un asistente a sus presentaciones utilizando las fuerzas del magnetismo, de poderosos imanes que tornaban ilevantables a su antojo unas naturalmente ligeras cajas metálicas. También usó la electricidad. El “árbol de naranjas”, otro de sus trucos más creativos, fue reproducido cinematográficamente en la película The Ilusionist.

Un artista completo

Fue un verdadero innovador, un artista completo, tanto en la originalidad de sus creaciones como en la estética y el marketing utilizado. Fue el primer ilusionista en agregar formalidad a las vestimentas, teatralidad a la puesta en escena y en abandonar las ferias populares para subirse a los tablones teatrales. Reinó en Paris y Londres, agotando localidades y cosechando fama y fortuna. Compró un pequeño teatro en la capital francesa y allí presentó las Soirées Fantastiques, a las que no faltó un solo miembro de la alta sociedad gala.

Utilizó el mentalismo para adivinar objetos y la famosa flotación etérea (levitación), con los que deslumbró a quien pudo pagar un boleto. Escribió dos libros que son considerados de culto para los ilusionistas de todas las épocas. Algunas de sus creaciones se encuentran en la colección privada de David Copperfield.

 

 Falleció de neumonía a los setenta y tres años, luego de sentar las bases para el desarrollo de la magia contemporánea.

 

Esta escueta enumeración de logros de Houdin, que sin dudas dieron un impulso extraordinario a la magia, lo ubica necesariamente como el primer ilusionista de la historia; por lo menos desde mi concepción. Destaco esto, pues siempre se es injusto al destacar un hecho o un hombre aislado en un devenir histórico. Posiblemente, alguno entenderá a Gonin como el primer ilusionista de la historia; mas no considero que ese título le quepa, sin perjuicio de otros que podrá portar con mayor ecuanimidad.

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