1. CONVERSACION EN LA CATEDRAL (1969)
La denuncia de Vargas es que el gobierno del Presidente Odría era una dictadura que había prohibido los partidos políticos, y toda actividad que no fuera favorable al Presidente. La censura a la prensa era total. También denuncia Varga el maltrato a los perros, levantados porque si por la perrera.
Santiago y Ambrosio son los protagonistas principales de la novela. Santiago es comunista y su padre es un militante de Odría. Vargas denuncia que Odría llegó al poder en elecciones fraudulentas. Las familias están divididas, hay persecución y detención de comunistas, asesinatos múltiples por motivos sentimentales. Todo ese marco de vacío político, de la mano de un presidente populista al estilo de tantos presidentes populistas latinoamericanos, así como del vacío social, tensado por una corrupción insostenible.
2. HISTORIA DE MAYTA (1984)
La acción de esta novela transcurre durante el movimiento revolucionario peruano, protagonizado por los aborígenes durante los años cincuenta del Siglo pasado, que fuera una tremenda insurrección protagonizada por la gente pobre del campo.
El protagonista Mayta evoca el accionar de ese valiente impulsor de la revuelta campesina en el Perú, en los años cincuenta, como lo fuera Hugo Blanco, quien líderó también la izquierda trotskysta latinoamericana. De vuelta a su Perú, Blanco tuvo un rol principal en la creación del sindicalismo campesino, tomando tierras para la reforma agraria. Ello le valió la cárcel y su condena a muerte, pero la movilización social logró que le conmutaran la pena por una larga prisión.
Blanco fue liberado por el gobierno nacionalista de Velasco Alvarado, pero como no aceptó integrar el Gobierno fue deportado. A su regreso al país Blanco fue constituyente en 1978, diputado en el 80 y senador en el 90. Hoy vive a sus 76 años, recorriendo el mundo y se lo escucha con respeto.
Vargas Llosa en “Mayta”, hace la historia del Partido Obrero Revolucionario del Perú. También se ocupa del intento revolucionario impulsado por el maestro trotskista Alejandro Mayta. El relato comienza en Lima, la horrible, en ese tiempo, ciudad que se la describe, metafóricamente, como una mujer haraposa, rugosa y desdentada. Mayta es un trotskista que desde su pequeño garage, lleno de periódicos de izquierda, intenta convencer a siete compañeros del Partido, a partir al campo para desatar la revolución. Vargas describe y denuncia el fracaso de la aventura trotskista, que trata de llegar al poder intentando una aventura, junto a un grupo de adolescentes, que más parecen un grupo de boys scouts, que revolucionarios. Logra Mario, de ese modo, ridiculizar al trotskismo.
La novela desnuda la permanente fragmentación que se produce en el seno de la izquierda. Allí está el castrismo a punto de aparecer, pero ya aparecido en la realidad de los tiempos; los maoístas con su revolución cultural a cuestas, pero sin cultura; y las varias vertientes del trotskismo, a la búsqueda de la revolución permanente. El logro de Vargas es realizar una certera crítica a la izquierda revolucionaria de Latinoamérica toda.
3. ¿QUIEN MATÓ A PALOMINO MOLERO? (1986)
Todo parece indicar que esta historia es una suerte de continuación argumental de la “Historia de Mayta”. Persisten las dudas de Vargas Llosa sobre si es posible encontrar la verdad social, como se lo planteara en Mayta. Es que lo ocurrido en Uchuraccay forma parte de la circunstancia de vida del escritor. Se trata de esa terrible guerra civil que vivió el Perú como consecuencia del accionar terrorista del Sendero Luminoso. En ese humilde pueblo fueron asesinados ocho periodistas que fueron a cubrir la información sobre el vació de poder, la violencia infernal, que trasegaba la zona. Sendero Luminoso quiso someter a Uchuraccay, ubicado en Ayacucho, donde convive una sociedad de comuneros dedicados a la agricultura: el 70% son analfabetos y tienen sus propias lenguas. La mayoría de esa comunidad, conducida por Alejandro Huaman, no comulgan con los senderistas infiltrados y los expulsan.
Ese estado de cosas hace que ocho periodistas viajen para cubrir esa virtual guerra civil peruana. Alertados los comuneros van al encuentro de los periodistas, el dialogo es difícil de sostener: el resultado es que los pobladores comuneros terminan linchando a quienes se han convertido en mártires por pretender ejercer la libertad de prensa.
En la audiencia substanciada por la Comisión Investigadora presidida por Vargas, los comuneros reconocieron los crímenes, pero sostuvieron que actuaron con la conformidad policial. Declaración en defensa propia, pero también fuerte respaldo al Presidente Belaúnde Terry. El proceso judicial abierto sentenció a 17 comuneros como responsables de los asesinatos de los periodistas. Pero solamente se pudo detener a tres.
El comienzo de “Palomino…” muestra un cadáver colgado de un árbol, que se encuentra vejado con brutalidad. El agente policial Lituma, que es quien lo encuentra, descarta otra hipótesis que no sea el homicidio. El muerto es Palomino Molero, un hombre que se encontraba reclutado en la Base Aerea de Talara. Sin que las autoridades policiales se lo pidan, de oficio, digamos, el policía Lituma comienza una investigación.
Vargas Llosa instala el suspenso y con ello el misterio en la trama. No se sabe quien es el homicida. La pista más firme es que el responsable es el Coronel, o que contrató a un asesino para cometer el hecho. Su misma hija sospecha de su padre, y éste se atreve a sostener que Alicia sufre alucinaciones. La complicación de la trama se incrementa, cuando hay un segundo asesinato, la de la hija del Coronel, que es encontrada muerta y violada. A esto le sucede el culebrón del enamoramiento del teniente Silva, el compañero del investigador Lituma, con la honesta señora Doña Adriana, respetable mujer casada con un pescador y con hijos mayores.
El estudio sociológico, crimininológico, sexologógico y psicológico que realiza Vargas, también aquí implica denuncia. Por un lado la diferenciación de clases sociales como detonante de los celos y el resentimiento social. La soberbia militar del asesino, que se siente superior al vulgar paisano que es el novio de su hija, y que fue quien impulsó al militar a matar.
4. LITUMA EN LOS ANDES (1993)
Lituma es el cabo de la Guardia Civil de seguridad de Naccos, en los Andes peruanos. Se le empiezan a desaparecer aborígenes de la zona. La investigación se de dificulta porque el cabo y su gente no dominan el quechua. Lo cierto es que allí estaba operando el Sendero Luminoso
Un manejo sorprendente en el relato es que, mientras Lituma y su gente está ocupada en investigar las desapariciones, quienes aparecen, sin explicación alguna, son dos franceses: la petit Michele y Albert. Es que cambia el teatro ocasional, ya el escritor no se ocupa de las desapariciones, sino de un viaje en ómnibus a cuatro mil kilómetros de altura.
De pronto el ómnibus es rodeado por encapuchados. Son senderistas que tambíén actúan en esa zona. Desciende todo el pasaje para precipitarse en un frío glacial. Todos vuelven a subir a sus asientos, menos los dos franceses, que son retenidos, azorados, temblando, mientras ven con terror que el ómnibus sigue su camino. El escritor ha instalado en la trama una clave de suspenso que atrapa al lector.
Los senderistas eran “casi niños”, chicos y chicas, “de caras ásperas pero quemadas por el frío”; se los veía pobres y algunos de esos niños estaban armados. A esa altura del relato Mario introduce otro requiebro en el relato. No estaban los terrunos camino al Cuzco. Se trataba de un interrogatorio policial.
En ese juego de requiebros reaparecen los desaparecidos. Lituma se pregunta: “¿Dónde están? ¿Han muerto o se han enrolado para los terrunos? También desaparecen mujeres y es la misma historia de misterio. En el relato aparece una bruja, adivinadora ¿Será también ella una terruna? ¿Será cierto que de noche trabajaba como puta?
La nueva denuncia de Vargas ronda la vida de Pedro Tinuco. Un expósito abandonado en una Iglesia. En el pueblo se rumorea que es un hijo del cura. Esta es la primera denuncia. Luego viene la leva del Ejército, que se lleva a Pedro, no obstante ser opa, casi mudo. Fuerte denuncia de Vargas al irracional proceder de los militares peruanos. Pedro logra escaparse y aquerenciarse en una comunidad donde se cuidan numerosas vicuñas.Cuando lo encontró el Ejército, Pedrito, el mudo, fue torturado. Otra fuerte denuncia de don Mario.
Algo fantástico en el relato de Vargas, que no se trata de una denuncia, se produce cuando el Gobernador de Andamarca, que se sabe buscado por los terrunos, tuvo la suerte de agarrarse una terrible descompostura, que lo mando a la noche a estarse acuclillado para vaciarse. En esas estaba cuando los terrunos ingresaron a la casa y, entonces, el perseguido, sin tiempo de subirse los pantalones, se arrastró como lombriz hasta el cementerio, y levantando la lápida que guardaba los restos helados de un primo suyo, estuvo hasta el día siguiente, allí encerrado, sufriendo el frío mortal de los huesos de su primo muerto. Ocurrencia notable, del gran escritor, no cabe duda. Notable pero tétrica.
El sesgo ecológico aparece en el libro. La protagonista es la investigadora francesa d’Harcourt, quien sale a recorrer el monte y llega al pueblo de Huayllarajera. Viaja acompañada de un ingeniero. No cuenta con custodia militar, a su pedido. Iba a realizar un programa de reforestación en el vivero existente en el lugar. El Prefecto les informa que en toda la zona habían aparecido trapos colorados, como anunciando la inminente presencia del Sendero. El escritor pone en evidencia en su relato el espíritu del ecologismo, sus militantes solo están llamados por la naturaleza, la realidad y la política les resulta cosa ajena. No se puede llamar valentía: era algo así como un estado de inconciencia. Los ecologistas se quedaron solos en la aldea.
No menos patética es la denuncia acerca del robo de ojos de niños, en Lima, por parte de gringos, se sostiene, a partir de un sofisticado procedimiento, para luego reimplantar las retinas en personas ciegas. Luego a los “sin ojos” los mataban y tiraban a una acequia. Todo esto, dicho al pasar, claro está, pero no menos denunciante por ello.
También Vargas denuncia el abuso de poder de los comandantes militares, sobre todo con las mujeres, atemorizando con su poder a sus novios, para que ninguno divulgue lo ocurrido. “Lituma en los Andes” se convierte en un permanente testimonio de Vargas Llosa, denunciando el estado de esclavitud en que se vive en el pobre pueblo de Naccos, y en tantos otros.
El final de la novela marca el abandono formal del pueblo de Naccos, ya desaparecido antes, como consecuencia de una avalancha de piedras, llamada huayco, que lo destruyó sin dejar víctimas. El cierre está a cargo de Lituma, pero Vargas le pone un telón de fondo sentimental. A último momento llega al pueblo Mercedes, la enamorada de Tomasito Camaño, el asistente de Lituma, en búsqueda de su novio. Pero no solamente hay amor demorado en el destacamento. Hay una siembra de dudas, algunas también sentimentales que torturan a Lituma. Sin embargo, la duda que nunca podrá develarse es ¿Cuál fue el verdadero destino de los desaparecidos?
5. LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO ((1981)
Mario Vargas Llosa relata en esta novela la guerra civil que se desata en 1896 en el Brasil, en la provincia de Bahía, más precisamente en una granja conocida bajo el nombre de Canudos, tierras áridas con olor a catinga. Por eso se la conoce como “Guerra de Canudos”.
El escritor describe con maestría este confuso fenómeno donde el pueblo prefiere la monarquía a la república, no obstante que ella ha sido la simiente de su pobreza, y que utiliza ritos religiosos para levantar pueblos hambrientos. El Conselherio predica la revolución, es decir la guerra, diciendo que es un profeta. Con miles de seguidores ese predicador invade la granja de Canudos, para preparar su ataque a la República. Los gobernantes caen en un estado de histeria y comienza la represión.
La tesitura de Vargas es ciertamente apocalíptica. Porque el fin del mundo debe concluir en la nada. Y también se parte de la nada, porque casi nada tiene el pueblo para comer, nada de amor a su gobierno republicano, y debe resultar flaca la consistencia del discurso místico del fanatismo religioso, con pocas posibilidades de prevalecer en la contienda.
La impotencia de la religión también está presente en el relato. El Gobierno envía dos monjes capuchinos a Canudo para calmar a la gente, pero no se logra nada con su intervención. Tanta confusión se instala en el país, que hasta se sostuvo que el Conselherio quería ser el futuro monarca del Brasil. El movimiento social y religioso rechazaba el matrimonio civil, y también el censo de la población, porque se pensaba que la República estaba preparando reinstalar la esclavitud. Un verdadero aquelarre social comandado por gente que actuaba como si fueran brujos. Reinaba la superstición y el fanatismo.
La guerra consistía en asaltar haciendas para conseguir comida, y la respuesta del Gobierno fue aumentar los impuestos para fortalecer sus ejércitos e invadir aldeas, que encontraban diezmadas por el bando de los beatos. La guerra, que duró un año, terminó con el incendio de Canudos por parte de las tropas regulares del Gobierno, que luego mató a toda la población, pasando a degüello a los prisioneros. Una verdadera “guerra del fin del mundo” para esa pobre gente.
6. LA FIESTA DEL CHIVO (2000)
Chivo es el apodo oficial que cargaba sobre sus hombros el General dictador Rafael Trujillo de la República Dominicana. Ese hombre fue un dictador alimentado de violencia en el ejercicio del poder, de corrupción propia y de sus adláteres, cuya fiesta era gozar sexualmente con sus preferidas, entre ellas una menor de catorce años.
La pintura literaria que realiza Vargas Llosa en este libro envía el claro mensaje de que la democracia no son solo las urnas, sino el respeto a la ley mientras se ejerce el Gobierno. Trujillo ganó las elecciones que lo ungió Presidente, luego de haber colaborado en la destitución del Presidente democrático Vazquez, claro que utilizando el terror en su campaña, donde fue único candidato, /// -los demás habían renunciado-, porque ya estaba, de hecho, en ejercicio del poder.
Está claro, en consecuencia, que la novela de Vargas es un libro testimonial, de denuncia y de protesta. Esa protesta no es solamente de carácter político, sin en relación con el sometimiento de la mujer. Urania Cabral había huido de Santo Domingo, luego de haber sido obligada a participar en la Fiesta del Chivo. Regresó a los treinta años, para encontrarse con su padre, que se encontraba enfermo camino a la muerte, para realizar ante él, una suerte de rendición de cuentas. La hija lo pone a su padre en una suerte de confesionario. El mensaje de Vargas es que la verdad siempre libera.
La novela finaliza con el relato del atentado que sufrió el Presidente Trujillo, donde terminó acribillado a balazos, en 1961. El grupo asesino se formó dentro de los secuaces del propio Trujillo, con el sentido de dar cumplimiento a quien alguna vez ha escrito “mañana digo basta”.
Justo es decir que Vargas Llosa, cuando ha sido consultado, ha dicho que la familia no forma parte de vida real que protagonizó Trujillo. Es hija legítima de la ficción literaria. Pero conociendo el espíritu y profesionalidad de investigador del escritor, sabemos que ha escuchado relatos figurativos de episodios como el que vivió en la ficción la niña Urania.
7. EL PARAISO EN LA OTRA ESQUINA (2003)
Flora Tristán se pone a trabajar para transformar el mundo y sacarlo de la injusticia. En pos de su objetivo Flora se embarca en París, en el puerto de Sena, corre el año 1844. Eran los tiempos de Carlos Marx. Flora se dirije a Auxerre, en un barco donde no había burgueseses, y los marineros ganaban para sobrevivir, un franco y medio por día. La primera escala de Flora buscando apoyo para su iniciativa la hizo en la Iglesia. El párroco la escuchó escandalizado. -¿Una revolución en paz para suprimir la injusticia?- y eso propuesto por una chica que se reconocía atea. Qué escándalo. Vaya Ud. a otra esquina le respondió…
En el “Mercado de la Carne” Paul conoció a Titi Pechitos, quien lo amó sin cobrarle. La pareja se fue al interior del país, pero prontamente el pintor se hartó de la mujer, y la “Pechitos” lo abandonó. Pero la soledad masculina, al poco tiempo, le resultó insoportable. Salíó de viaje, y en otro pequeño poblado, le resultó fácil encontrar una mujer niña de trece años, de labios carnosos, firmes pechos y cuerpo desarrollado, a quien esposó de inmediato.
Nació para recorrer infiernos. Cuando visitó al Obispo de Dijon, este le reconoció la grandeza de su obra, pero no podía ayudarla porque no era católica: y si la detenían hasta se vería obligado a perseguirla. Vargas denuncia aquí el fundamentalismo in-humanitario de la Iglesia.
El “Holandés Loco” lo había impulsado a abandonar su vida burguesa; a convertirse en un impúdico mujeriego, que no importaba tocarle las tetas a la mujer del amigo que lo albergaba, ni recorrer medio mundo visitando todo tipo de burdeles. Si en la lejana Polinesia, el loco de Van Goth hubiera visto su último cuadro, seguramente hubiérale dicho: “Has fornicado con el diablo, hermano”. Cuando llegó de Francia la orden de repatriación, Kobe se despidió de su mujer niña, sin llantos ni lamentos. Se escapaba del Paraíso, pero nadie estaba en el infierno.
Al final Charles Fourier la deslumbró argumentalmente a Flora: “La justicia era inservible, al menos que trajera la dicha de los seres humanos…Se deben pagar más a los trabajadores aburridos, estúpidos y sacrificados, y menos a los divertidos…un carbonero o un hojalatero estarían mejor retribuidos que un médico o un ingeniero”. Había que rotar de trabajo, “para que no los apolillara la rutina. De jardinero a profesor, de albañil a abogado, de lavandera a actriz”. Era la doctrina del falansterio de Charles Fourier. Ciertamente una utopía, ni Paraíso ni Infierno.
El Paraíso se hizo infierno y viceversa, cuando Ida Molard descubrió que su amigo Paul, estaba pintando desnuda a su joven hija Judhit. Paul quedó desnudo como su modelo y evidente nueva amante. ¿Sería ese el Paraíso?
Lo cierto es que el infierno se le precipitó a Paul en plena vía pública. Camina acompañado por los pintores que integraban su escuela, todos melenudos y vestidos estrafalariamente. La comparsa se integraba con la tahitiana y su monita. Entonces una nube de chiquillos los rodeo y les empezó a tirar piedras. Un integrante de la comparsa tomó a un chico y lo zamarreó. Fue cuando apareció el padre, Paul lo volteó de un manotazo, pero luego una cantidad de padres se hecharon encima.
Vargas sigue poniendo en orden la trama de la historia. Flora Tristan es la abuela de Gauguin, es una escritora reivindicadota de la mujer y del obrerismo. Su libro “Peregrinación de una paria” es el nutriente de Mario para escribir este libro: fantástica denuncia de la injusticia en el mundo.
Flora, nacida en 1803 y fallecida en 1844, provenía de una familia linajuda del Perú. Su padre era de Arequipa, hombre de mucho dinero. Pero como ella había nacido fuera del matrimonio, era hija bastarda, sin derecho a herencia alguna. Su tio le envió una limosna, pero eso no la colocó en el Paraíso. En cambio, el infierno volvió a su vida cuando la Justicia la hizo comparecer porque se había defendido de los golpes de su marido, a quien había abandonado. Se convirtió en una mujer errante, llevando consigo a su pequeña Aline. Había una orden de captura contra ella.
A su regreso a Tahití, Paul tuvo tiempo para reconstruir la historia familiar. El infierno vivido por su abuela Flora, persecuciones y golpes de su marido, secuestro de su hija, quien lo sufrió tres veces, persecución judicial, el mismo infierno que él sufría por no encontrar sus cuadros, por arrastrarse leproso, rechazado por la gente. Supo también que el marido de Flora, como un chacal, se acostaba con su propia hija menor, que la tenía secuestrada, para abusar de ella.
El infierno del Paul fue variante. En la Polinesia perdió un hijo, frente a la indiferencia de la madre nativa. Su lepra aumentó su sufrimiento. Nadie le daba alojamiento. Pero un dia recibió una fuerte suma de dinero, porque sus obras habían comenzado a ser vendidas a buen precio. Los elogios le cambiaron el talante. Un tenue Paraíso se acercaba a la esquina de su vida.
Flora visitó otro infierno. La cárcel naval de Toulon, donde los reclusos a cadena perpétua eran castigados con trabajos forzados, cargados de cadenas. La mayoría eran “enfermos mentales, infelices aquejados de cretinismo, delirios y otras formas de enajenación”. A Vargas no se le escapa una de las miserias humanas.
Brillante libro de denuncia escrito por un hombre a quien, con frecuencia, se le ha imputado ser una suerte de neo liberal reaccionario. Carlos Marx no hizo nunca un detallado estudio sobre las miserias humanas, como lo hace Vargas Llosa en este libro. Su lectura te hace despertar y comprender que es cierto, hasta nuestros días, en la mayor parte del mundo, el Paraíso se encuentra en la otra esquina.
8. EL SUEÑO DEL CELTA (2010)
Esta es la última novela escrita por Mario Vargas Llosa antes de recibir el Nobel de literatura en el 2010. Y, justamente se trata de un relato impresionante por el nivel testimonial de denuncia que contiene.
La barbarie en el Congo belga.
Cuando Roger Casement tenía 39 años, en 1903, fue designado cónsul británico en el Congo belga, para investigador las denuncias periodísticas de que el Gobierno belga estaba cometiendo un genocidio de negros con motivo de la extracción de caucho para su comercialización en el mundo. La Conferencia de Berlín de de 1885 le había concedido ese privilegió a Leopoldo II de Bélgica, creando el estado Independiente del Congo, y poniéndolo a cargo de los belgas, para que cristianizaran a los congoleses y los sacaran de la barbarie
Todos ellos analfabetos. A los pobres infelices les hicieron firmar unos contratos donde se comprometían a extraer la cantidad de caucho diario que le indicaran los belgas, o los comisionados que estos contrataran, bajo graves penas, que incluían el cepo.
Casement se entrevistó dos veces con Leopoldo II, y siempre éste le manifestó que lo que lleva a cabo era la única vía para lograr dicho objetivo. Habían instalado una fuerza militar de dos mil soldados del Ejército regular, a lo cual se agregaban milicianos congoleses encargados del mismo objetivo. También se otorgaron concesiones a empresas privadas para realizar el mismo trabajo
Una mañana, mientras Casement andaba a la búsqueda de novedades, se encontró al Teniente Francqui, al mando de ocho soldados, castigando a chicote vivo a un niño negro, en venganza por que el resto de una tribu había escapado. Quien había sufrido el castigo estaba inconsciente al borde la muerte. “Ud no tiene derecho a hacer esto, Teniente”, le dijo Roger. “¿Qué ha dicho Ud.? -le respondió, el Teniente, sacando su revolver-. Roger se le abalanzó, tomándolo del cuello: de ese modo desarmó al brutal militar. Seguramente se dijo para sus adentros: “mejor así, si mato a un ingles, en buenas me voy a encontrar.
Las expediciones punitivas eran la búsqueda de los negros que habían escapado al reclutamiento. A las mujeres de quienes habían huido las encerraban en las “maisons d’otage, para compeler a sus maridos a volver. A esa altura Roger ya se había hecho fama, entre los negros, de que era uno de sus amigos, y se prestaban al dialogo esclarecedor. Era cierto de que los aborígenes tenían también prácticas crueles, que venían de antaño: sacrificar a los niños gemelos, matar a los servidores juntos a sus jefes, así como el canibalismo. Pero ello no justifica que la cristianización de estos hombres se pudiera realizar con procedimientos equivalentes, se decía con razón Roger.
Las autoridades belgas siempre le respondían lo mismo a Roger. Las huellas de los castigos eran los lagazos dedos por los reclutados negros, a la gente de su misma raza, porque eran bestiales y ambiciosos, y no querían perder su comisión en las ganancias. Contra eso no se podía luchar, le contestaban. Si no había caucheros, no había recolección, entonces Bélgica se tendría que retirar, sin negocio y “sin cristianización”
Cuando Roger consultaba a los caciques de tribus la respuesta era: “si todos los hombres se dedican a recoger caucho ¿cómo podían salir a cazar y cultivar mandioca y otros alimentos para dar de comer a las autoridades belgas?” Es decir que aceptaban la situación como mandato del destino, sin preguntarse nunca, porque estaban obligados a alimentar al invasor. Los militares belgas les mentían, les prometían que si regresaban al campamento luego de haber huido, nada les ocurriría, ni a ellos, ni a sus mujeres, ni a sus hijos. De regreso los azotaban, violaban a sus mujeres y terminaban matándolos: a las mujeres las entregaban para la prostitución, aunque fueran unas niñas.
Veinte años Roger Casement fue testigo de ese infierno en el Congo Belga. Tremenda denuncia de Vargas Llosa de un hecho muy poco conocido en nuestra cultura occidental.
La Amazonia.
Como con papel carbónico, en el lejano Putumayo peruano, Roger Casement fue testigo como la explotación del caucho reiteraba, y hasta hacia más patética, la explotación de los pueblos autóctonos de la patria de Vargas.
Medio Iquitos vivía de las actividades comerciales de la Peruvian Amazón Company, cuyo propietario Julio C. Arana se había enriquecido exportando caucho peruano al resto del mundo. Como la Peruvian era empresa con capitales ingleses, y un informe periodístico había alertado a la opinión pública británica de los excesos que se cometían en sudamérica, el Gobierno de Su Majestad formó una Comisión Investigadora, a cargo del Cónsul Roger Casement. Como todo el mundo vivía del dinero del Sr. Arana, incluso en Iquitos, pues adelantaba los sueldos para la Administración local, que tardaban mucho en llegar desde Lima, era claro que a la Comisión se la vio, de entrada, con enorme recelo.
El Gerente de la empresa en Putumayo, Pablo Zumaeta, a los filosos comentarios y preguntas de Casement, le respodió: “¿Usted cree Arana, que yo, que los administradores de la Peruvian, somos suicidas para matar indígenas? ¿No sabe que el problema numero uno de los caucheros es la falta de recolectores?” Y agregó “No es fácil tratarlos bien, tenerlos satisfechos, son muy primitivos, algunas tribus son caníbales. Matar hombres para luego comérselos no es cristiano….”
Ya en la Chorrera lo primero que advirtió Roger fue el intolerable olor rancio y penetrante que emanaba el caucho. Los indígenas armados (los llamaban barbadenses) que trabajaban allí para la Empresa Perugian, eran unos ciento noventa y seis, pero solo seis aceptaron ser entrevistados por la Comisión.
De la Chorrera la Comisión partíó para la localidad de Occidente. Fueron recibidos por el Jefe de la estación Fidel Velarde y sus colaboradores principales. Todos con caras de matones y forajidos, pensó Roger. Fueron invitados a una fiesta donde fueron testigos del deprimente espectáculo de indígenas bailando, golpeando sus tambores, todos con el cuerpo llenos de cicatrices. Especialmente impresionaba un chico de corta edad, puro hueso y pellejo, con quemaduras en todo el cuerpo
Al final Roger le pregunto a Normand cuantos hombres y mujeres había matado en el Perú. Todos los que ha hecho falta, le respondió sin inmutarse.
“Que cesen las correrías y el secuestro de indígenas, que desaparezca el cepo y los látigos, que los indios no sigan trabajando gratis, que los jefes, capataces y muchachos no vuelvan a violar ni a robarse a las mujeres, que desaparezcan los castigos físicos y se paguen reparaciones a las familias de los asesinados, quemados vivos y a los que cortaron orejas, narices, manos y pies, que no se robe a los cargadores con balanzas trucadas y precios multiplicados. Esto para empezar”.
El informe que brindó la Comisión sobre las actividades de la empresa cauchera, no resultó suficiente para el gobierno ingles. Por ello le encomendaron a Roger que regresara a Iquitos para ratificar o complementar, en otro informe, el estado de cosas. Ese trabajo, realizado a desgano por Roger, quien ya se encontraba tramando cortar su relación con Gran Bretaña para ocuparse de la independencia de Irlanda, tuvo como resultado su “Informe sobre el Putumayo”. Dejaré mis huesos en este maldito viaje, penso Roger.
Roger se enteró que las conclusiones del Juez Varcarcel dieron cuenta que doscientas treinta y siete personas merecían ser incriminadas. Pero la policía solamente detuvo a nueve, de ellas un tal Rodríguez era el único personaje importante. La Corte peruana hizo lugar al habeas corpus que interpusieron los detenidos, y todos recobraron su libertad. Gran denuncia institucional por parte de Vargas Llosa en relación al comportamiento corrupto del Gobierno de su país, y de su Justicia, en esta causa.
El Libro Azul sobre el Putumayo, de Roger Casament, apareció publicado en 1912. Ello determino el enjuiciamiento del Señor Arana por parte de la Cámara de los Comunes, ese mismo año. En una primera instancia Arana se mostró altivo y suficiente. Pero cuando trató de descalificar el testimonio de Walter Hardenburg, acusándolo de haber falsificado una letra de cambió, y diciendo que si estuviera presente lo acusaría judicialmente, pues entonces el Presidente de la Cámara le manifestó: -pues hágalo, el Sr. Hardenburg se encuentra aquí presente. Julio C. Arana se desplomó definitivamente, creía que su acusado estaba en el Canada. Fue el final de su empresa y de su fortuna personal, ya sometida a múltiples embargos. Por otra parte la Corte Superior de Justicia inglesa dispuso el cese inmediato de los negocios de la Peruvian en el Perú
El frustrado levantamiento irlandes, inspirado por Roger Casement.
Con el paso del tiempo, el cónsul ingles Roger Casement, que fue declarado Sir por la Corona británica, se fue alejando de esa patria adoptiva, consiente que su vocación de reivindicación de los pueblos, que él había demostrado con gran éxito, tanto en el Congo como en la Amazonía, lo obligaban a luchar por la independencia de su patria nativa: Irlanda. Casement era católico, bautizado por su madre, que también lo era. La mayoría de los católicos irlandeses eran anti-ingleses, y querían su independencia.
Su propuesta era acordar con el gobierno Alemán, que apoyara a los irlandeses en su movimiento independista. A tal fin propuso que los irlandeses detenidos en las cárceles alemanas, pasaran a formar parte de una “brigada de combate irlandesa”, autónoma y no dependiente de la jefatura militar alemana, para evitar que los prisioneros irlandeses no se sintieran luchando como parte de sus enemigos alemanes que los habían hecho prisioneros. Roger fracasó en ese intento, no con los alemanes que coincidieron, en un primer momento, con la propuesta, sino de los prisioneros, pues del millar de irlandeses detenidos, solamente unos cuarenta aceptaron la propuesta. Los demás lo consideraron a Roger un traidor vendido al dinero alemán.
Fue en ese viajo donde apareció, furtivamente, sin aviso previo, un joven noruego llamado Eivind Adler Christensen, de quien se encariñó Roger, llevándolo junto a él a todas las reuniones políticas a las cuales asistía, sin sospechar que el noruego podía ser un espía dispuesto a comunicar a los ingleses todo lo que hacía Casement.
Ya lo tenemos a Roger Casement en Alemania, en contactos y conversaciones infructuosas, sin concretar fechas de desembarco ni otros detalles. La salvación espiritual para un Roger a quien el dolor ajeno y fracasar lo deprimía, hasta llevarlo al linde con la locura, fue conocer al sacerdote Thomas Crotty, un dominico que buscaba unir siempre a los hombres, darles tranquilidad, no cuestionando nunca sus creencias ni actitudes íntimas.
“Se trataba de resistir. Días, semanas. Y de morir de tal manera que nuestra muerte y nuestra sangre multipliquen el patriotismo de los irlandeses hasta volverlo una fuerza irresistible. Se trata de que para cada uno de los que muramos, nazcan cien revolucionarios. ¿No ocurrió así con el cristianismo”? Gran testimonio de tolerancia y comprensión por parte de Vargas Llosa al haber escrito estas líneas, sobre todo cuando él siempre se ha pronunciado en contra de todos los nacionalismos, pensando al ser humano como una unidad dispuesta a la convivencia y a la libertad. Aquí no hay denuncia por parte del escritor, sino un gran testimonio ético de su parte.
Pero los consejos de Roger no fueron escuchados, de modo tal que durante la Semana Santa de 1916, Irlanda vivió una primera semana de país independiente, testimonial, pero una gran frustración para su pueblo. Sobre todo para ese patriota y luchador infatigable que como lo fue Roger Casement.
Esa frustración termino con su muerte, ahorcado, por así disponerlo un Tribunal de Justicia que lo juzgo. La ironía de los hechos, lo detuvieron los británicos sin tomar en cuenta que él volvía a su patria dispuesto a evitar el derramamiento de sangre inútil. Pero el solo hecho de haber acordado el apoyo de un país enemigo en guerra con Gran Bretaña, fue suficiente para considerarlo un traidor. Se interpuso un pedido de indulto ante el Consejo de Ministros del Gobierno de su Majestad, pero el mismo fue rechazado por unanimidad el dia 2 de agosto de 1916. La ejecución se llevó a cabo el día siguiente.
Con toda discreción Vargas Llosa refiere en el libro que Roger Casement es homosexual y relata alguna de sus aventuras.

Nací en Buenos Aires. Fue el 10 de noviembre del año 36 del siglo XX. Ese día murió José Hernández, curiosa circunstancia: la tradición ha acompañado mi vida.
Mi padre fue Noé Humberto Quiroga, un ingeniero que pavimentó, a diestra y siniestra, muchos caminos de la querida patria. Mi madre fue Angélica, un ángel simple, que enfermó cuando me ausenté de su lado para estudiar derecho en la ciudad capitalina. Lavié fue su apellido: no dejes de usar el apellido de tu madre pues a ella le debes la vida.
Es por eso que me conocen como Humberto Quiroga Lavié.