Tipos de obesidad infantil y sus causas

Tipos de obesidad infantil y sus causas

Todos los padres deberíamos informarnos acerca de los tipos de obesidad infantil y sus causas, porque es la manera de estar atentos para poder tomar medidas preventivas y evitar, así, que nuestros niños se transformen en parte de ese grueso índice de esta epidemia, que lamentablemente crece de forma desmesurada en el mundo entero.

 

La obesidad es una enfermedad crónica: sólo admite recuperación pero no una cura definitiva.

 

Se caracteriza por el aumento excesivo de la masa grasa, que deriva en un incremento del peso corporal medio para una edad y altura determinada (a partir del 20% más de peso). Esta condición apareja innumerables consecuencias para la salud, ya que es factor de riego asociado a otras patologías como:

  1. enfermedades metabólicas
  2. dificultades respiratorias
  3. trastornos articulares
  4. anomalías dermatológicas (estrías)
  5. somnolencia
  6. falta de concentración
  7. apnea del sueño (lapsus donde se deja de respirar)
  8. inflamación de miembros inferiores
  9. limitación del movimiento
  10. agotamiento corporal y dolores varios
  11. transpiración excesiva
  12. baja autoestima, y todos sus males derivados a nivel social.

La obesidad infantil es un problema que alcanza el nivel de la salud pública, siendo cada vez más general. Compromete al niño física y psicológicamente, pero la buena noticia es que puede prevenirse, y por otro lado, aunque ya se haya instalado, puede lograrse una franca recuperación.

Las clases de obesidad infantil y sus causas de acuerdo a su etiología u origen, son:

  1. Por razones genéticas: ya está determinado en sus genes al nacer, es decir que la criatura posee una disposición congénita por herencia familiar. La manera de determinarlo es la siguiente: si solamente uno de sus papas es obeso, el niño tiene el 40% de posibilidad de serlo también; y si ambos son obesos, este tiene el 80% de posibilidad de desarrollar obesidad en su vida temprana o adulta.
  2. Por efecto del ambiente, o entorno: los malos hábitos alimentarios, la poca actividad física, y el estilo de vida del niño y su familia. En estos casos los padres son permisivos, ponen poca atención a la variedad (y cantidad) de alimento que ingiere el hijo, o tal vez son «de buen comer» por la cultura y educación propias de la familia, creyéndose erradamente que «comer bien» o «comer sano» es sinónimo de comer mucho.
  3. Secundaria a enfermedades o medicamentos: la obesidad puede ser consecuencia de alguna enfermedad de base, como el hipotiroidismo, enfermedad de Cushing, Síndrome de Prader Willy, entre otras. Además, la toma de ciertos medicamentos como el cortisol estimula los centros del apetito produciendo como consecuencia una ingesta mayor y algún grado de obesidad.

 

 Haz de saber que, si bien debe haber una cierta predisposición genética, el 90% de los casos de obesidad infantil que se registran se deben al estilo de vida del niño y de las personas que conviven con él.

 

Una dieta desequilibrada abundante en grasas y azucares, consumir varias y/o grandes porciones, mantener poca o ninguna actividad física, beber bebidas azucaradas en lugar de agua, pasar largas horas frente al televisor o la computadora, sumado a la baja ingesta de frutas y verduras, derivará, tarde o temprano, en obesidad.

Recuerden que la alimentación de los niños es nuestra responsabilidad. Está realmente en nuestras manos fomentarles hábitos saludables, y la realización de actividad física regular; cuidemos su bienestar, no condicionemos su vida, porque esa es la mejor manera de demostrarles cuánto los amamos.

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