Continuación de los Argumentos de los cuentos de “El Aleph”

Continuación de los Argumentos de los cuentos de "El Aleph"

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Emma Zunz:

Emma, empleada en una fábrica textil se entera de la muerte de su padre, acaecida en Brasil, mediante una carta en la que se relataba sucintamente un envenenamiento auto-infligido por una incomprensible voluntad suicida. Su progenitor había sido el cajero de la misma empresa donde trabajaba Emma y acusado de desfalco por el gerente: Loewenthal; en prisión, antes de tomar su última determinación le confesó a Emma que el verdadero ladrón había sido el propio Loewenthal y ella guardó también el secreto infame durante más de seis años, tiempo en que el gerente se había transformado en uno de los dueños de la fábrica. La abrupta y dolorosa muerte de su padre puso en funcionamiento el mecanismo del plan urdido por Emma. Dos días más tarde se citó con Loewenthal para comunicarle secretos respecto a una inminente huelga mientras leía en el diario sobre la partida de un buque extranjero que levaría amarras esa misma noche. La tarde antes del encuentro se dirigió al puerto y eligió al más repulsivo de los marineros del barco predeterminado por su odio; lo sedujo y lo arrastró hasta su interior, le abrió la puerta de su virginidad. Rompió el dinero que le dejó el hombre de mar y con simiente dentro acudió a la cita con Loewenthal. Una vez recibida por el ex gerente, sin preámbulos, tomó el arma y le descerrajó dos disparos en el pecho y lo insultó con su alma de diecinueve años de vida y seis de rencor. Emma fue absuelta del cargo de homicidio por haber declarado que Loewenthal había abusado de ella y procedió a defenderse, todo transmitido con humillación, con odio sincero, con hechos reales, sólo alterando algunas circunstancias y algún nombre.

La casa de Asterión:

Narrado en primera persona Asterión describe su casa de puertas infinitas y sin mueble alguno, entre otros detalles que la hacen única; él nunca sale de ella aunque lo ha hecho alguna vez, aun ante la temerosas miradas que le prodiga la gente. Se alaba así mismo como un dios, par del sol. Cada año entran a su casa infinita, por la que deambula aburrido, nueve hombres a quienes mata cada año; ignora quiénes son aunque sabe, por profecía, que uno de ellos lo enviará a la redención. Cada año lo espera, se renueva la esperanza por el redentor, ansía una casa sin tantas puertas, sin tantas salas idénticas. Se pregunta: ¿será un toro o un hombre?. El cuento finaliza con un Teseo asombrado por la docilidad del minotauro (Asterión¡) que habitaba en el laberinto, que casi no opuso resistencia a su espada.

La otra muerte:

Borges recibe carta de un amigo entrerriano que le hace saber sobre la muerte de un conocido en común, un personaje pueblerino: Pedro Damián. Borges no logra recordar con nitidez el rostro del viejo que contaba hasta al cansancio su participación en la batalla de Masoller, hecho que incluso fue lo último que revivió en la hora de su muerte. Además de los instantes de memoria dedicados al viejo, Borges decide escribir una historia sobre la batalla mencionada. Para ello, luego de unos meses, viaja a Uruguay para ver a otro veterano: el coronel Tabares; luego de narrar acontecimientos generales Tabares rememora la participación de Pedro Damián aunque la versión es totalmente distinta a la que el viejo entrerriano contaba a medias: era un cobarde que aflojó cuando comenzó la arremetida del ejército contrario. Borges se siente desilusionado completamente por el giro que le dio Tabares a la historia que tanto había idealizado. Compungido continúa con la tarea de armar el rompecabezas de los hechos, circunstancia que lo obligó, tiempo más tarde, a volver a encontrarse con el coronel, quien se encontraba en esta ocasión con otro veterano: Juan Francisco Amaro. Pedro Damián entró nuevamente a escena pero esta vez la versión de Amaro difiere en todo con la dada antes por Tabares a resultas que Damián fue un héroe que puso el pecho a las balas, literalmente, y cayó con coraje al frente de la primera embestida. Cuál era la verdad, qué Damián era el real, o los dos lo eran?: el muerto valientemente cuarenta años antes o el solitario viejo, taciturno y circunspecto hijo del oprobio. Borges evoca diversas teorías para explicar lo sucedido: eran dos personas distintas; era el mismo que murió en la batalla y le pidió a Dios que lo dejara volver. Borges “descubre” la verdad en un tratado de Damiani que sintetiza: Pedro Damián fue un cobarde que pasó toda la vida intentando borrar ese hecho, esperando la revancha; hasta que llegó el día de su muerte, en su mente, como un delirio; revivió la batalla y actuó como lo describió Amaro: con suma valentía. Murió en 1946 pero en la batalla de 1904. Borges culmina con sus ideas sobre las concatenaciones del tiempo, con las relaciones entre causas y efectos, con los misterios profundos que albergó siempre en su corazón.

Deutsches Réquiem:

Otto Dietrich Zur Linde está a punto de ser fusilado por asesino y torturador, luego de un juicio justo en el que ni siquiera intentó justificar sus hechos. La condena se llevará a cabo al otro día por la mañana. No habló durante el proceso aunque ahora quiere contar su historia para ser comprendido. Así, el personaje comienza a relatar los pormenores de su vida: nacido en Alemania, amante de la música, la literatura y la metafísica. Vierte consideraciones sobre algunos de sus representantes; justamente, se hizo afecto a las doctrinas de alguno de ellos e ingresó al Partido en 1929 (se refiere al partido Nazi), donde cultivó, con dificultad pero con esmero, el arte cruel de la violencia. Intenta justificar filosóficamente su accionar; deambula por el determinismo y las exigencias históricas. Fue nombrado subdirector de un campo de concentración en el actuó, aunque sin placer, con esmero. El personaje trata de explicar la ideología nazi y la mácula de la piedad en ella; esta se muestra cuando ingresa como detenido al campo de concentración un conocido poeta, cincuenteañero y polémico, cantor de la íntima felicidad del mundo en cada uno de sus elementos, sobre todo en los más insignificantes. Ante lo implacable del trato que le dispensó Zur Linde, el vato judío perdió la cabeza y luego se suicidó. El personaje trata de hacer entender que su impiedad fue el resultado de que, justamente, poseía piedad y necesitaba destruirla para cumplir bien con su trabajo, destruir al poeta era destruir su propia falla interna (a ojos del nazismo): la compasión. Cuando el Tercer Reich cayó, Zur Linde se alegró por la derrota, hecho para el que esboza teorías explicativas. El cuento busca reflejar el papel que cada hombre o pueblo juega en el escenario mundial, espejo de espejos, caras opuestas de una moneda necesaria arrojadas al aire bajo las leyes del determinismo. Zur Linde es un personaje real que torturó a muchos intelectuales judíos y murió fusilado por las milicias rusas.

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