Las contracturas, como su nombre lo indica, son contracciones involuntarias a nivel del tejido muscular, que cuando son sostenidas en el tiempo remiten ciertamente un carácter lesivo.
Una contractura se forma debido a que los tejidos normalmente elásticos, de las fibras musculares, son reemplazados por otros no elásticos, de apariencia fibrosa, que generan esa tensión característica que otorga a quien la padece, esa sensación de rigidez, producto de la inflamación de la zona afectada.
Si bien las contracturas en términos generales no remiten gravedad son considerablemente muy molestas y en muchos casos limitantes en cuanto a la dinámica que amerita la vida y las actividades diarias. Por esto es fundamental poder reconocerlas y acudir al especialista lo antes posible, para ayudar al proceso de recuperación, que según el grado de la contractura, sin tratamiento se restablecería en 2 0 3 semanas, pero con el debido cuidado este tiempo se reduce considerablemente, pudiendo retomar en breve nuestra vida normal.
Existen distintos tipos de contracturas, entre las que podemos mencionar:
- Durante el esfuerzo: ya que se generan ciertos metabolitos activos, que inducen a la tensión de las células musculares lisas o estriadas, según sea el caso.
- Posterior al esfuerzo: debido a que el musculo ha sufrido una lesión durante la actividad, que le impide en el reposo, regresar al estado de relajación, generando así esa tirantes y dolor propios de las contracturas.
- Residuales: estas son las que se forman luego de una lesión de relativa gravedad (esguince, fractura, traumatismo) donde el musculo se tensa como mecanismo de protección frente al daño ocurrido.
Las causas más comunes por las cuales se ocasionan las contracturas suelen ser:
- Entrenamiento intenso, sin el precalentamiento necesario.
- Malas técnicas de ejercicios.
- Levantamiento de pesas.
- Malas posturas por mucho tiempo, como las personas que trabajan largas horas sentadas, o con la computadora.
- No realizar estiramiento, una vez finalizada la actividad física.
Ciertas estrategias que podemos implementar para aliviarlas:
- Compresas o duchas de agua caliente.
- Bolsa de arena tibia.
- Miorrelajantes en crema.
- Estiramientos musculares.
- Suaves masajes.
El mejor remedio para las contracturas es la prevención, por eso:
- Precalentar los músculos antes de la actividad física.
- Tomar buenas posturas al sentarse: derechos, cómodos, con apoya brazos si fuera posible.
- No sobre entrenarse.
Recuerden: cuidar nuestro cuerpo de lesiones evitables es obrar a favor de nuestra salud.

Soy licenciada en nutrición con master en alimentación natural y macrobiótica. Colaboro en diversos medios impresos para educación social alimentaria y prevención de la desnutrición. Además escribo sobre estética y ciertos temas de interés médico asistencial, mi segunda gran pasión! Soy fanática de los delfines y ballenas.